lunes, 13 de diciembre de 2010

Cavar la propia fosa (3)

     Ayer falté a mi cita diaria en el blog, y como me he propuesto publicar un mensaje cada día, el que me faltó ayer es el que os debo. Pero hoy Lunes, aparte de desearos una feliz semana, pongo la 3ª y ultima parte del cuento que estaba compartiendo, y que por cierto, tome del blog de nuestra amiga andarina, "cuentos sufíes y reflexiones que alimentan el alma". He dicho el nombre de memoria, está bien?.

     CAVAR LA PROPIA FOSA (3ª PARTE)

     Entonces el visir fue a buscar al joven y le dijo:

     -El rey reclama tu presencia. Y me pidió que te dijera que un olor muy feo sale de tu boca. Por lo que es mejor que te cubras el rostro con tu manto cuando entres y vuelvas tu cabeza cuando hables.

     Y el joven fue al rey y lo saludó. Se cubrió el rostro con su manto y desvió hacia un lado su rostro. Esto hizo que el rey se encolerizara y concibió cortarle la cabeza, cuando vio que el joven se volvía hacia un lado.

     El rey le dijo al joven:

     -Tengo la intención de hacerte el más feliz de todos mis súbditos. Entonces cogió papel y pluma y escribió una carta al capitán de la guardia del tesoro, la selló para que no pudiera ser abierta y se la entregó al joven diciéndole:

     -Esto es una orden para que el capitán de la guardia del tesoro pague al portador la suma de cien mil dinares de oro. Ve y toma tu oro.

     El visir se fue detrás del joven y había oído las palabras del Rey, sin saber cual era su plan, pensó:

     -Mi plan ha fallado dado que le rey debe amar a este joven y no se ha enfurecido por su insulto. Ahora este joven será el más rico del país. Y empezó a pensar en la peor villanía posible. El no sabía que el rey había escrito “corte la cabeza al portador de esta carta”. Por lo que el visir fue detrás del joven y le dijo:

     -Felicidades por tu buena suerte y te propongo ahora que eres rico me permitas ser tu sirviente. Seguro que los tesoros te engañaran, porque ¿sabes acaso contar semejante suma de oro? Por lo que dame tu carta y yo cobraré el dinero y te lo llevaré a tu casa con mis propios sirvientes. El joven que era confiado le dio la carta y se fue a su casa a esperar al visir. El visir fue al capitán del tesoro, le dio la carta éste la abrió y la leyó, al momento mandó a sus soldados que lo detuvieron y a pesar de sus gritos le cortaron la cabeza con una espada.

     El rey que esperaba a su visir, al ver que no llegaba, mandó buscarle y así supo lo que había pasado. Quedó estupefacto por la noticia sin comprender qué había sucedido, de modo que mandó llamar al joven para le explicara. El joven le contó todo lo concerniente al visir y agregó:

     -Vuestro aliento es dulce, pero el visir me dijo que mi aliento era pestilente.

     El Rey complacido premió al joven y le convirtió en su visir de confianza en lugar de aquel que había cavado su fosa.

Cuento Sufí

1 comentario:

Unknown dijo...

Así es Javier, y como ya te contesté en el comentario que me dejaste, todo lo que hay allí es para compartir y a cuantos mas lectores lleguen estos bellos mensajes, mejor. Gracias por tu comentario.