miércoles, 8 de diciembre de 2010

El vaso de leche

     Cuando, como se dice popularmente, "hacemos el bien sin mirar a quien", cuando nos damos a nosotros mismos de forma deinteresada, aunque sea con muy pequeños detalles que pueden no significar nada para nosotros, pero mucho para quien los recibe, podemos pensar aquello de que hay más felicidad en dar que en recibir. Cierto. Pero a ello se añade la recompensa añadida y cuando menos lo esperamos, de que aquello que hemos sembrado vuelve a nosotros multiplicado. Este es un principio que no falla. Pueden pasar dias, meses, años...incluso toda una vida; y un día, cuando menos lo esperamos, nos llevamos la sorpresa. Todo el bien que hayamos hecho, si lo hacemos desinteresadamente y sin esperar nada a cambio, puede ser olvidado por muchos, y en otro sentido puede ser olvidado incluso por nosotros mismos; pero sin duda queda grabado en el libro de Dios. La historia que comparto hoy va sobre eso.

     EL VASO DE LECHE.

     Un joven que pagaba sus estudios trabajando de vendedor ambulante, sentía hambre pero no tenía dinero para almorzar. Decidió vencer la vergüenza que le daba mendigar y pedir algo de comer en la próxima puerta que tocase. No obstante, perdió su nervio  cuando una hermosa joven le abrió la puerta. En lugar de pedir comida pidió solo un vaso de agua. Ella, sin embargo, se apiadó de el y le trajo un vaso de leche. El se lo tomó tímidamente y preguntó, "¿Cuanto le debo?". - "No me debe nada," respondió ella. "Mi madre nos enseñó a nunca aceptar pago por hacer un favor." "Entonces le agradezco de corazón.", respondió el joven.

     Aquel joven llamado Howard  Kelly se fue de aquella casa, no solo sintiéndose fortalecido en su cuerpo sino también en su fe en Dios y en la humanidad.  Antes del incidente estaba pensando en rendirse y renunciar.

     Muchos años mas tarde aquella joven, ya mayor, se enfermo gravemente. Los doctores locales estaban muy preocupados. Finalmente la enviaron al hospital de una gran ciudad donde practicaba un famoso especialista en aquella enfermedad. Cuando el médico se dio cuenta del nombre de su nueva paciente y del pueblo de procedencia, inmediatamente se levantó y fue a verla.  La reconoció inmediatamente. Volvió a su oficina resuelto a hacer todo lo posible para salvar su vida. La lucha fue larga pero la señora se salvó.

     Por su parte la señora estaba muy preocupada sabiendo que el precio de su estancia en el hospital sería astronómico. Sin que ella supiese, el doctor envió órdenes que le pasaran a el la cuenta final. Después de examinarla escribió un mensaje al pie de la cuenta antes de que fuese enviada a la señora. Ella abrió aquella cuenta con gran temor, pensando que pasaría el resto de sus días pagándola. Finalmente miró y cual fue su asombró cuando leyó al pie de la lista de enormes cifras:

Todo Pagado por completo con un vaso de leche.
Firmado: Dr. Howard Kelly.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Precioso mensaje Javier

Javier M. dijo...

Gracias amiga. Trato de compartir lo mejor que encuentro.